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domingo, 5 de mayo de 2013

Propuesta para hoy, día 5 de mayo. SEGUNDA SERIE. Nietzsche y Lou. Escena en el "Monte Sacro".


Dejamos a Nietzsche recién llegado a Roma desde Messina: El siroco lo ha expulsado y la rusa lo ha atraído. 

http://kinomoriarti.blogspot.com.es/2013/04/propuesta-para-hoy-dia-25-de-abril-2.html
 
El mismo 25 de abril, del año 1882, día en que se pronunció aquella cursilada: “de qué estrella hemos caído…etc..etc?”, en cuanto se enteró del proyecto de “Trinidad”, le recordó lo del matrimonio que, por medio de Rée, le había generosamente ofrecido. Toda la profundidad del filósofo se convertía en ingenuidad y embarazo cuando de mujeres se trataba… y no era la primera vez.  Rée, él mismo enamorado de Lou, no era el mensajero ideal, a no ser que lo que se pretendiera fuera enturbiar un poco la cosa.







 Al día siguiente, Lou y su madre salen hacia Milán. Allí se encontrarán con Rée y Friedrich y, juntos, recorrerán los lagos y tal. El día 1 de mayo, lunes, se encuentran los cuatro y se disponen para la correría. Faltaban cuatro años para que el primero de mayo* se distinguiera como fiesta proletaria. Marx*, en ese preciso momento, ya viudo, llegaba a Montecarlo desde Argelia, buscando, como Nietszche, un clima que calmara sus dolencias pulmonares.





Y ahora viene la escena por cuya rememoración “in situ” he tomado el avión de buena mañana y un taxi del aeropuerto de Malpensa a Orta. Total 80 + 100 euros. Nada… una oferta especial para jubilados, si cogías ida y vuelta para el mismo día. Orta está situado en una península del lago homónimo. Una islita, con su capilla y todo, pone el punto sobre la i. Ahora son las 10’45 pasadas, casi las 11 de la mañana. A espaldas del pueblo, un montículo “sacro” dedicado a la vida y obras de san Francisco funciona como imán para devotos y enamorados, aunque los enamorados acuden un poco más tarde. Los jubilados acudimos cuando nos da la gana, siguiendo la lógica de nuestras manías y degeneraciones. Sin ir más lejos, estoy tomando una cerveza en un bar-pizzería (lo de pizzería es un complemento para cualquier tipo de negocio: sastrería-pizzería; cafetería-pizzería; gestoría-pizzería…) de la Vía Panorámica: Bar-pizzeria Mario (o Marco, no lo leo bien).

–¿Y esto del Sacro Monte…?

–Es un clúster de capillas que, en espiral, reproducen la vida y milagros del santo y desembocan en la Iglesia grande– responde el camarero mientras maneja la pala de las pizzas

–Está bien esto. Está bien. Mucha gente, ¿eh?

–Desde que la Unesco lo declaró patrimonio de la Humanidad no damos abasto.

–Y digo yo… ¿me pierdo algo si no subo?

–¡Nada, buen hombre! ¡Nada!

–Porque, claro, si fuera como en Granada y tal, aún me atrevería a dar unos pataitas, pero si, tal como dice usted, es un clúster de capillas que, en espiral…etc…etc… ¡no merece la pena!




Por la Vía Panorámica baja una camada del Imserso con los ojos en blanco de puro agotamiento. Sus caras inexpresivas revelan la inanidad del asunto. Algunos, sin embargo, lucen escapularios en los que se supone se dibuja la escena de las llagas. Y, digo yo, que para llagas, las que se habrán producido estos incautos. Sólo si levantas la vista y la lanzas hacia el lago encuentras un poco de consuelo.

Friedrich y Lou ascendieron y desaparecieron entre las arcadas y florestas franciscanas. En Orta esperaban Rée y la madre de Lou. Y mientras esperaban, su imaginación se iba inflamando. Caía la tarde y la pareja que no volvía. Rée y la señora madre echaron unas partidas a los chinos, pero, o bien porque no sabían la mecánica del juego, o bien porque su atención estaba en otro sitio, lo cierto es que no acertaron ni una. Cuando habían recorrido toda la serie de los enteros sin que coincidiera ninguna vez con el número de monedas encerradas en los puños violentamente cerrados, apareció la pareja dando excusas que nadie les había pedido. Friedrich llevaba húmedo el bigote y a Lou un rosetón le había nacido en la mejilla izquierda. Rée vio entre los cabellos de la chica una brizna de hierba y también que una punta de la camisa del siempre impoluto Nietzsche le salía por debajo de la chaqueta. Nunca nadie sabrá qué pasó allá arriba. ¿Besó Friedrich a Lou? ¿Besó Lou a Friedrich?  Yo me inclino a pensar que sí. Nietzsche le  robó un beso a Lou, un beso que quiso ser el primero de una serie, pero que fue obligado a contenerse en sus estrictos límites. La brizna y la punta de la camisa fueron cosas del filósofo para darle pathos al asunto. (Tal día como hoy, que no se me olvide, del año 1944, nació Jean Pièrre Laud*, el niño protagonista de “Besos robados”).




Este fue el único beso, si dejamos a parte lo que se cuenta sobre una cierta visita no programada, y los numerosos que recibiría de las múltiples mujeres de su infancia. ¡El único! ¿Debería sonar la “Bien pagá”?

Esta escena, o lo que fuera, dio alas a Nietzsche, que días después volvió, en persona, a proponerle matrimonio… y volvió a recibir una segunda negativa.

Al día siguiente dejaron Italia y se dirigieron a Lucarno. Friedrich se desvió a Basilea para visitar a Overbeck. El día 13 de mayo se volverían a encontrar en Lucerna y asistirían atónitos a otra tontería nietzscheana. Ya les contaré.

Pido otra cerveza y le lanzo a bocajarro la pregunta que estaba esperando y me responde según lo estipulado.

–Y aquí para comer ¿qué? He leído que la región tiene una gastronomía de primera calidad…

–Así es. Aquí, patrocinado por el Consejo de gastronomía Local, ofrecemos especialidades del terruño: Tenemos la famosa pizza ortense y la no menos conocida, pizza maggiore: Le ponemos: base de mozzarella, capa de tomate, trozos de prosciutto y unas olivas negras. La maggiore, además de ser XL, lleva alcaparras.

–Pues, nada… ¡póngame una maggiore! ¡con doble de alcaparras!

–¡Buena elección, caballero!

De esta manera tan innoble me dan las cinco de la tarde, Las sombras se alargan y me viene a las mientes que tal día como hoy, murió Alberto Savinio, escritor, pintor y hermano de De Chirico. Su nombre original era Andreas de Chirico, pero, por motivos que desconozco suprimió el Andreas, justo al contrario que haría Lou cuando en el 87 se case con Friedrich Andreas. De nada sirvió que le explicara a Rée que su matrimonio sería blanco. Él tomó un verde de la paleta de Munch, se lo plantó en la cara y cuando pudo desapareció de este mundo… ¡ya les contaré!



Y a propósito de colores y de paleta… ¿saben Vds. de Eva González? (…Morisot, Mary Cassant, Laurencin, y tantas otras) Fue la única alumna oficial y modelo de Manet, cuya estela siguió hasta, precisamente 1882. Justo cuando Friedrich robaba el beso a Lou, sus pinturas estaban siendo expuestas en “La Oficina del Arte” (París) y en el “Círculo de rue Volney”. Y justo ese mismo día, 5 de mayo, un año después, moría, a consecuencia de una embolia post-parto. Cinco días antes había muerto Manet, su amor y maestro. El niño sobrevivió y un nieto, Eduardo Manet, cubano, se ha encargado de contarnos la historia: “La amante del pintor”.

Una verdadera fatalidad, pues hoy se celebra el día internacional de las parteras.

El camarero llama un taxi y por otros 100 euros estoy, en una hora, en el aeropuerto de Malpensa (y acertarás). ¿Ven Vds.? Una bonita excursión de un día. Sólo hace falta tiempo… el dinero se les supone (¿o es al contrario?)…





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